María Esther Beltrán Martínez Fotos: J. Carlos Santana
Málaga, España.- Se presenta la exposición "Vilató. 100 obras para un centenario", que muestra la creación artística y el estilo personal de Javier Vilató (Barcelona 1921 – París 1999), sobrino de Picasso, hijo de su hermana Lola, y que logró hacerse un nombre propio en el panorama artístico nacional e internacional.
La celebración se efectúa con muestras simultáneas en el Centre Pompidou Málaga, Museo del Grabado Español Contemporáneo (Marbella); , Museu Picasso (Barcelona) , en la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Almoradí (Alicante) y el Museo Casa Natal Picasso (Málaga). En este último recinto se presentan 61 obras -58 lienzos y 3 esculturas.
El curador de la obra es Xavier Vilató,- hijo del artista - explica que pasa el tiempo, pasa y de pronto ha pasado un siglo. Qué extraño y qué natural al mismo tiempo.
“El arte y su historia responden a otras reglas que las del ciclo humano. Los artistas hablan entre ellos a través de los siglos unos lenguajes secretos que solo ellos conocen. La muerte del artista interrumpe de manera fatal y definitiva la producción de su obra, pero lo pintado, lo grabado, lo esculpido, lo dibujado y lo dicho siguen un misterioso camino hacia la gente. Desaparecido el artista, su trabajo emprende un nuevo camino en el cual adquiere cada día más presencia y más fondo. Los cuadros, los dibujos, los grabados y las esculturas tienen un corazón que late depositado en ellas por su creador y esto le da una vida propia, como un organismo que sigue su imparable trayectoria a través de los siglos”.
Agrega que hace más de veinte años que murió mi padre y cada día veo su obra más presente, más clara, más asequible. Cada pieza del puzzle de su trabajo se va colocando tranquilamente en su sitio. Hoy, que se rinden todos estos homenajes a su obra y a su persona, tengo el sentimiento profundo de que cien años para un pintor es como volverse adulto. Al cumplir su primer siglo me atrevería a decir que, sin duda, Vilató tiene un gran porvenir.
Sus temas tratan de cuestiones cotidianas y sencillas, escenas intimistas. En la última etapa de su vida se interesa por la escultura de una forma más activa y crea algunas piezas con un estilo primitivista. Su obra está presente en los museos, colecciones y galerías más importantes del escenario artístico internacional.
Sobre su relación con su tío Pablo Ruíz Picasso explica su hijo que se materializa en la obra Naturaleza Muerta (1946). “Picasso y Vilató pintaron este lienzo, en el que el resultado presenta reminiscencias tanto con la obra del artista malagueño como con la de su sobrino. Ambos huyen de los grandes temas, grandilocuentes, y prefieren dibujar lo que es tangible y tienen a su alrededor. Esta naturaleza muerta representa un frutero con siete piezas de fruta de diversas tonalidades, que hacen pensar más en el pincel de Vilató que en el de Picasso, salvo por la imagen que se recrea a la derecha del cuadro y en la que se puede ver”.
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