Por Alfredo Pérez
Vámonos de Vagos fue al cine y les hace las siguientes preguntas: ¿Se imaginan una vida en la que no se puede emitir ningún tipo de ruido, porque existe el peligro de morir? ¿Creen que el simple sonido de un juguete les podría costar la vida? ¿Han pensado en la posibilidad de una mujer dando a luz sin poder gritar? ¿Alguna vez habían visto una película que es 80 por ciento mímica?
Todas estas y otras situaciones de auténtico suspenso se dan en “Un lugar en silencio”, donde los protagonistas Lee (John Krasinski) y Evelyn (Emily Blunt) deben hacer todo lo posible para cuidar a sus hijos. Ambientada en un mundo en el que unas criaturas monstruosas matan a los humanos atraídas por el sonido, la única opción es permanecer en un inquietante y aterrador silencio.
Por momentos, la cinta nos recuerda a Alien o a Señales, pero no recurre a sustos baratos o fáciles. La actuación de Millicent Simmonds, quien en la vida real es sorda y necesita un aparato auditivo, es crucial porque primero es la causante indirecta de la muerte de su hermano menor, y segundo, es pieza esencial en la búsqueda del método para derrotar a la criatura y dar una esperanza al mundo.
Todo es crucial para sobrevivir, desde juguetes para bebé que no emitan ruido alguno, hasta marcas en el piso para caminar y no hacer rechinar la madera. Impresionante es la capacidad de Evelyn de dar a luz sin emitir grito alguno, justo cuando la criatura la acecha en la tina de baño.
Una cinta que invita al suspenso, nos recuerda el valor de las palabras y más que nunca, el valorar las capacidades que tenemos los humanos para comunicarnos en el día a día.
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