McQueen', dirigido por Ian Bonhôte y Peter Ettedgui, es el retrato de la vida del genio. Una película que tienes que ver te guste la moda (o no). Ya se puede ver en todos los cines del país.
Hay un momento en McQueen, el documental sobre Alexander McQueen (repleto de entrevistas con el diseñador y grabaciones caseras de su familia y amigos) en el que el creador pronuncia una frase que resume su vida y su legado artístico. “Mis shows van sobre sexo, drogas y rock and roll. Son emoción y piel de gallina. Quiero ataques al corazón y ambulancias cuando terminen”. Quizá McQueen no consiguió ningún infarto después de sus desfiles más famosos (La violación de las Tierras Altas y Voss) pero hacía sentir al espectador que estaba presenciando algo único. El fruto de una mente tan torturada de la que solo podía brotar belleza. Una belleza oscura, pero belleza al fin y al cabo. Sus shows abrían los telediarios y los periódicos al día siguiente. Así eran de intensos.
El documental McQueen, dirigido por Ian Bonhôte y Peter Ettedgui, cuenta magistralmente el auge y caída de Alexander “Lee” McQueen desde sus inicios en una sastrería de su barrio (“Mi maestro fue un sastre irlandés de 70 años de Cork”) y revisita los desfiles que marcaron su trayectoria. Pero, sobre todo, es una ocasión única para conocer los claroscuros de su vida privada.
Vemos como el chico gordito que ingresa en la escuela Central Saint Martins con un montón de telas bajo el brazo se convierte con 27 años en un diseñador sobrepasado por la presión y forzado a hacer 14 colecciones al año. Entonces llegaron a su vida la cocaína, la pérdida de peso y la paranoia. Los testimonios de sus amigos y colaboradores lo confirman.
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