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  • Foto del escritorVamonos de Vagos

Se inauguró la exposición "Pop, populista, popular", en el Museo del Palacio de Bellas Artes.


Como parte de la programación de la 7ª edición del Abierto Mexicano de Diseño (AMD), se inauguró la exposición Pop, populista, popular. El diseño del pueblo, en el Museo del Palacio de Bellas Artes.


Mario Ballesteros, curador invitado de esta edición, en colaboración con Tony Macarena, dividen la muestra en tres núcleos: El pueblo diseña, Diseño para el pueblo y El diseño del pueblo. Más de 100 creadores mexicanos y extranjeros exhiben piezas que desde distintos puntos de vista y disciplinas sirven para interpretar el tema del AMD 2019: popular.


Tras la Revolución, el arte popular ocupó un lugar privilegiado en la cultura en México. Si el poder respondía al pueblo, la cultura debía hacer lo mismo. Lo popular se convirtió en asunto rector del discurso político y el imaginario del país, además de sus despliegues exhibicionistas hacia el exterior. Así fue desde que Manuel Gamio y el Dr. Atl organizaron la primera Exposición de artes populares mexicanas en 1921 y por lo menos hasta que, en 1952, Clara Porset puso sobre los pedestales del Palacio de Bellas Artes objetos humildes elaborados a mano por artesanos o producidos en serie por la todavía incipiente industria nacional en El arte en la vida diaria, la primera exposición de diseño en México.


A medio camino entre lo vernáculo y lo proletario, lo “popular” fue el término consentido con el que el oficialismo posrevolucionario categorizó todo un universo de producción cultural y material nacional. El Estado siempre quiso usar lo popular como ungüento mágico —igual que el mito del mestizaje— para cancelar el conflicto entre lo originario (o lo indígena), lo extranjero (o lo colonial) y lo universal (o lo moderno). Sin embargo, lo popular nunca pudo sacudirse de su espesura exótica, clasista y racista, nunca llegó a acomodarse tan plácidamente en la triada progresiva que ansiaban nuestros próceres.


En la segunda mitad del siglo XX, lo popular se diluyó entre lo pop y lo populista. Lo pop —de las radionovelas y de programas televisivos, como Siempre en Domingo, aunado al dominio del rating a la era de los likes, influencers y you-tubers— neutralizó la fuerza política de lo popular, distorsionándolo como asunto de popularidad. Lo populista —cuando las promesas de la industria nacional y la bonanza material para todos se esfumaron, y el gobierno del pueblo se rebeló como el gobierno de siempre— vació el discurso de lo popular de sentido y vigencia. El Estado resquebrajado dejó de ser el gran productor de cultura material y el vehículo exclusivo de las demandas populares que por supuesto persistieron y evolucionaron.


¿Qué distingue entonces al diseño popular? En realidad, el diseño popular tiene poco que ver con la delicadeza o la profundidad cultural de la artesanía tradicional. Produce objetos más bien sucios, precarios, tentativos. Algunos dirían que es un diseño “feo”. Puede ser, sobre todo si tomamos en cuenta lo que dice Mark Cousins sobre la fealdad, que es lo que se resiste a la uniformidad a través de la individualidad exacerbada, lo que repela a cualquier ideal de armonía absoluta). El diseño popular abandona la pretensión de la pureza cultural o de una tradición aislada para asumirse inmersa en la tensa complejidad de la interconexión contemporánea, como producto del aterrizaje forzoso de la modernidad en un entorno que se resiste a ser moderno.


Frente a otro momento de inflexión histórica, pensamos que es hora de reinsertar lo popular como eje central de la reflexión sobre el diseño y su papel en México hoy. De empujar al diseño de su cómodo y afelpado asiento para atender este vuelco de apertura cultural, de diversidad de prácticas, de empoderamiento de los no expertos y de inclusión de sectores típicamente marginados por la disciplina y la profesión. Girar hacia las fuerzas esenciales detrás del profundo cambio social, político, económico, ambiental y cultural —eminentemente popular— que se está gestando en México y en el mundo.


El Museo del Palacio de Bellas Artes ha alojado múltiples exposiciones sobre diseño, la más legendaria de ellas ha sido El arte de la vida diaria, curada por Clara Porset en 1952. Al igual que sucedió en los demás museos de nuestro país, el diseño casi desapareció de su programación durante el último cuarto del siglo XX, aunque con la llegada del nuevo milenio dicha disciplina volvió a ellos. Este auge reciente es resultado de la iniciativa de plataformas gremiales de eventos, las cuales han sido las primeras en reivindicar la importancia del diseño en nuestro país.


El Abierto Mexicano de Diseño (AMD) es uno de estos precursores desde 2013, que de la mano de instituciones consolidaron la escena, al grado de inspirar nuevas y más propuestas como Atalaya Design Fair, Campamento, Design Fest, La Lonja MX y Zona Maco Diseño, entre otras. Por esta razón, el Museo del Palacio de Bellas Artes se congratula por sumarse, en alianza con el AMD, para la presente muestra, al compromiso y la toma de conciencia respecto al legado histórico y potencial actual de la riqueza del diseño hecho en México.


* La exposición tendrá lugar del 9 al 27 de octubre de 2019 en el Museo del Palacio de Bellas Artes, Juárez S/N, Centro Histórico. Entrada libre

Para más información:

FB: AbiertoDeDiseno

IG: abiertodediseno

TW: abiertodediseno

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