Por Alfredo Pérez
Cuando se escucha hablar de Capernaum o Cafarnaúm, irremediablemente se remite uno a los pasajes bíblicos y a Jesús de Nazareth. Sin embargo, no hay que confundirse porque la cinta nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera habla de un pueblo pesquero de Líbano alejado de todo acceso a la justicia.
Capernaum es un lugar donde todo abuso es posible, principalmente con los menores de numerosas familias. La historia trata sobre Zain, un menor de presumiblemente 12 años porque no fue registrado por sus padres, que vive al cuidado de sus hermanos y tiene que soportar que su hermana de 11 años, Sahar, es entregada a un hombre a cambio de vivienda.
Al pequeño Zain se le ocurre demandar a sus padres por haberle dado la vida, al tiempo que hace un alegato para que no sigan teniendo hijos y entiendan que deben protegerlos. En otra ciudad a la cual llega casualmente, una inmigrante etíope ilegal, madre de un bebé, como para hacer más complejo el argumento, le da cobijo y luego, cuando la muchacha es eventualmente detenida, Zain tendrá que lidiar solo con el niño.
Capernaum está narrada con vitalidad. Los desposeídos afrontan sus desdichas y luchan, a como dé lugar, contra la maldad, pero es raro que pierdan la esperanza, siempre se abre un camino.
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